La ilusión de triunfar, el trabajo y la magia del gol. De nombre Mamadou y de apellido Koné. Debutó en el Racing de la mano de Cúper en un partido contra el Barcelona. Ese año no marcó ningún gol, pero sus ganas de triunfar en el fútbol le hicieron madurar con el paso del tiempo. El Racing desciende a Segunda División y Koné empezó a ser un jugador importante. Sus goles empezaron a llegar, y sus apariciones iban siendo mejores con el paso de los partidos.
Él y Jairo fueron los únicos que estuvieron a punto de obrar el milagro de la salvación. La velocidad de ambos era el arma más usado por los técnicos que pasaron por el Racing. Si jugaban ellos, el partido iba a estar reñido, cuando ninguno jugaba, el partido era un regalo para el rival. Jairo decidió probar suerte en el Sevilla, allí demostrará lo gran jugador que es. Koné en cambio, optó por seguir creciendo en el Racing. Su papel este año es esencial. Sin él, el Racing estaría condenado a seguir sufriendo, pero tener a un jugador que te marca las diferencias en una categoría hace cambiar mucho las cosas.
Koné contra el Leganés. Foto: Arturo Herrera.
Lo más bonito de todo es la ilusión y alegría con la que se desenvuelve. En un vestuario eso es algo que se contagia. Si el jugador más determinante está feliz, el equipo también lo estará. Koné tiene un sueño y el único dueño es él. En sus ojos ves las ganas de demostrar lo que lleva dentro y siempre deja algún detalle de calidad.
Hoy en día si vas a ver al Racing vas con la intuición de que Koné será decisivo, ya paso algo parecido unos años atrás con Tchité, El congoleño era más vago que el marfileño, pero se decía que tenía más definición. Hablando claro, vino siendo un jugador más maduro y fue pichichi en Bélgica. Koné viene desde abajo y terminará en lo más alto, sino al tiempo. Veremos si en la directiva racinguista están atentos y le renuevan pronto el contrato.
Arturo Herrera/@arti8herdi2/@footballfantas3