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El amarillo pájaro que conquistó El Sardinero

Cuenta la leyenda de la Liga Adelante, que hay un amarillo pájaro con ganas de volver a Primera. Lleva varios años sobrevolando los campos de Segunda. Uno de los que no visitó la temporada pasada, fue El Sardinero. Tenía la intención de dar un nuevo picotazo al liderato. El Racing iba a ser su víctima. El cachorro verdiblanco lleva varias semanas herido, desacompañado por la suerte y prófugo en la efectividad. Contra la UD Las Palmas, la longeva pesadilla terminaría siendo real aquel sábado. Iba a ser la primera vez que el conjunto cántabro se pondría por delante en el marcador. El problema fue que un error terminó creando dos más. La fuerza del Racing pasó a ser frágil y maleable para la UD. Una impertinente entrada desestabilizó el camino que llevaba el encuentro.

El equipo canario salió con fuerza, la primera ocasión fue amarilla. Nauzet botó una falta cerca del área, Mario tuvo que detenerlo en dos tiempos. Ambos se respetaban, pero los visitantes piaban cada vez más cerca de la portería montañesa. Ésta sí iba a ser clara. Balón vertical hacia la línea de fondo, el lateral derecho isleño caza el balón y ejecuta un centrochut. Una tarde más, un instante más y como siempre, Mario concluye. Increíble la estirada del capitán.

La Gradona suspiraba, pero confiaba. Primer acercamiento con cierta peligrosidad del Racing. Pelotazo para la dejada de Mariano. Entre la Torre y el defensa rival se la dejan a Magic. El asturiano la empala según le viene, no vio portería. Lo agradable para el aficionado racinguista era el aviso.

La tercera ocasión canaria nació en las botas de Araujo, el delantero argentino estaba teniendo un rendimiento admirable en el inicio liguero. Cuando llevas tantos goles te atreves con cosas distintas y eso fue lo que él hizo. Desde la línea de tres cuartos amagó entre dos defensas y después golpeó al balón con clase, pero fue demasiado blando. El balón, manso, terminó recostado en los tentáculos de Mario.

Llega el momento clave, protagonizado por la agudeza futbolística de Javi Soria. El de Cuenca se encuentra un balón en la frontal, la defensa no está organizada y así se produce el nexo astur-conquense. La cabeza de Javi Soria impulsa el balón, el esférico describe una “m”, mientras burla a la defensa. Magic, libre de marca, ejecuta un disparo raso, con el exterior de su derecha, pegado al poste. Levanta la cabeza, mira al auxiliar, al árbitro y eleva sus dos meñiques. El Racing se había adelantado en el luminoso.

Tras el gol, los de Paco Fernández prefirieron organizarse y evitar apuros innecesarios. Llegó el descanso, muchos necesitaban reposar en el vestuario, y quizás, alguno debió quedarse dentro…

Al igual que en el primer asalto, el primer picotazo del segundo, fue amarillo. De lo más peligroso, altamente exigente para las aptitudes de Mario, pero como siempre se exige más y mejora, logra parar todo o casi todo. Cuando el empate parecía llegar. Optó por moldear la parada, pasando por el verde para mandar el balón a córner.

El Racing abrió los ojos, pero los cerró pronto. Jugada nacida en el núcleo de la medular por Fede, el canterano abre hacia Iñaki y éste se la envía a Álvaro García. El sevillano localiza a Soria y se la pone, pero el Ronie de Cuenca no estuvo acertado. Ni en esa ocasión, ni en la siguiente.

Saque de banda de Las Palmas, Soria recupera el balón, se le va largo y va al choque deslizándose por el césped, arrampla con el jugador canario y lamentablemente, ve la roja. Paco se empezaba a impacientar. Ya había sacado a Adán. Tenía que reforzar la parte ancha del campo. Borja Granero entró por el autor del gol. Quedaba una treintena de minutos, había que apretar los dientes, esperar al enemigo en el castillo de la montaña.

 

El lábaro siempre presente. Foto: Arturo Herrera.

El lábaro siempre presente. Foto: Arturo Herrera.

La muralla cántabra terminaría sucumbiendo, era cuestión de tiempo. Antes de empezar a desfragmentarse, consiguió asustar a su rival por última vez. Fue en un pelotazo de la defensa racinguista. Álvaro corrió la banda, llegó desfondado, pero no terminó de crear peligro. El Racing iba a ir apagándose poco a poco. Iba por delante, pero el picotazo amarillo se veía venir.

Nauzet, en la franja de tres cuartos. Tira, da en Orfila, rebota en Araujo y el balón entra llorando. Mario estaba descolocado, pues el primer disparo parecía tener otra dirección. Sudores fríos en la grada, pulsaciones alteradas y una visión desenfocada creada por el temor.

Jugada por la banda izquierda, Orfila se ve superado por una avalancha. Centran y Araujo pone la bota estéticamente, pero no está fino. Siguiente intento. Saque de banda desde la parte derecha, Valerón pone la pausa, cambia el juego de lado. Aythami centra, Nauzet la deja de cabeza y Ángel entra como un tren poniendo el segundo en el marcador. El aleteo del amarillo pájaro tuvo una alta recompensa. Dicha aventura se basó en el acierto durante esos once minutos, subió a la montaña cántabra y al liderato de la clasificación. Caras largas en los verdiblancos, miradas perdidas y sensaciones inocuas. Cuatro partidos, cuatro derrotas. Sobran las palabras. Aun así, sigo creyendo en ellos. Se lo merecen.

Llegada del Racing a Pucela. Foto: Arturo Herrera.

Llegada del Racing a Pucela. Foto: Arturo Herrera.



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