El Racing volvía a Butarque. Hacía casi un año que visitó el feudo del Leganés. En aquella ocasión salió victorioso. Fue en un encuentro de Copa del Rey, a partido único. La temporada pasada el conjunto cántabro se enfrentó contra los otros tres equipos que ascendieron, Llagostera, Albacete y Leganés. Es decir, el bloque blanquiazul no era una novedad en la libreta de Paco. Koné retornaba a Segunda División, tenía ganas de hacer algo grande. Tras estar sancionado dos partidos y otros dos lesionado, la quinta jornada de la categoría de plata iba a quedar marcada en la carrera del velocista africano.
El partido empezó con un ritmo lento, ambos equipos ordenados en sus zonas más tranquilas. Posesiones largas y lentas sin verticalidad. El Racing estaba condensándose en un mismo componente, todas las líneas estaban muy juntas y avanzaban rítmicamente. La primera ocasión fue para el Leganés. Álvaro puso un centro desde la parte izquierda, Lázaro fue el rematador y las manos de Mario el lugar donde terminaría ese esférico. Los acercamientos de los madrileños en zonas peligrosas empezaban a ser más continuados.
Después de un córner mal botado. Postigo pone un centrochut cruzado y Samuel se tira con todo para evitar riesgos innecesarios. La precaución en esta jugada le llenó de confianza en la siguiente acción. El Racing estaba plantado en el campo rival. Los defensas del sur de Madrid rompieron balón hacia el cielo encapotado por las nubes, a Samuel le cegó el único rayo de sol, Orfila no pudo llegar y Mario tuvo que entrar en acción. Un mano a mano clamoroso, el gol estaba a punto de cantarse y el capitán emula la parada de Casillas ante Robben (Sudáfrica, 2010).
El Racing tenía que causar algo de peligro, fuera cómo fuera. Clásico balón desde la defensa de Orfila, Granero la gana, la baja y la duerme. Termina abriendo a Álvaro, ubicado dentro del área, pero su disparo con la izquierda se va alto. Algo se estaba fraguando, pero no sabíamos qué era.
Asier Garitano saca la pizarra blanquiazul al terreno de juego. Falta desde la parte derecha, a unos cuarenta metros de la portería. El balón va hacia el área, termina siendo despejado, pero en el segundo intento Postigo impacta con el balón. De nuevo, Mario lo bloca. Los racinguistas de la grada zarandeaban su cabeza de un lado a otro suavemente. El Racing solicitaba un chispazo reavivante. Koné, que anteriormente se había resbalado en la parte derecha del ataque, iba a callar las bocas de los aficionados rivales, los cuales se habían reído de él.
Esta vez arrancaría en la parte izquierda. Se va de dos, a trancas y a barrancas, la pierde, la recupera, la pone con la izquierda y le sale una pared. Desfondado y fuera del campo la da con la derecha. El pase de la muerte es perfecto. Francis da al balón en semifallo, la suerte era verde esperanza, aparece Concha y con la derecha la mete por el único hueco posible. El Racing se volvía a adelantar por segunda jornada consecutiva.
Atentos, Koné era un titán. Saca de centro el Leganés. La pantera de marfil acude a la presión, la roba y la pelota le cae a Granero. El de Valencia se la envía rápidamente y sale disparado. Koné, en cambio, avanza tranquilo y confiando sus posibilidades. Levanta la cabeza, mira al balón, levanta la cabeza y arquea el cuerpo. Desde más de 20 metros confecciona un misil aterciopelado, ejecutado con el interior de su pierna derecha. Sus dedos índices se juntan en los extremos de su frente y celebra el gol con un baile. Qué bueno que volviste, Mamadou.
La grada de Butarque pasó de ser un dragón a una lagartija minúscula. El Racing había despertado de su pesadilla. Paco respiró. Por fin, una alegría. El Leganés estaba aturdido, deseoso de que llegara el descanso. Los dos zarpazos de la bestia cántabra le habían destrozado los planes a Asier Garitano.
La óptima organización en la zona trasera del Racing terminó derivando en un egoísmo defensivo. Esta mutación no le favoreció nada. El Leganés salió creyendo en sus posibilidades, la entrada de Diamanka iba a ser clave. El exjugador del Sestao recibió el balón dentro del área, tras la internada de su lateral derecho. El senegalés arma un zapatazo directo a la escuadra. El Esférico salió disparado de su bota derecha al palo largo. El gol madrileño entró entre la cabeza de Francis y el larguero. El miedo empezaba a sentirse y eso no es bueno.
Paco sacó a Mariano por Koné. El Racing jugaría arriba con los ciclopes del Mediterráneo, Granero y Mariano. Más tarde, Saúl terminaría entrando por Granero. Antes de eso, el Leganés seguía a lo suyo. Eizmendi la tuvo de cabeza, cuando apenas llevaba unos minutos en el campo. La siguiente fue de Postigo desde dentro del área pequeña. Ambos remates terminaron en los dominios de Mario. Previo al error de Andreu, los de Asier Garitano pudieron hacer el empate con una falta lejana que botó cerca de uno de los postes de Mario.
El Racing se encontró con una falta lateral, muy cerca del córner. Mariano se fue a aguantar en la esquina, la perdió, Andreu la recuperó y se fue a la boca del lobo. Se la robaron y se fue a saque de puerta. El mediocentro catalán atesta una suave colleja a un rival y el árbitro le expulsa. Bueno, quedaba el descuento, pero a los madrileños les sobró. El balón fue centrado desde la banda izquierda, Eizmendi lo remata, da en el poste y le cae a Álvaro. El empate subía al luminoso. El Racing empezó con calma, subió de marcha y reventó las expectativas. Casualmente, eso ocurrió, cuando salió el sol. En la segunda parte cayó la tarde y el cielo se fue apagando, igual que el conjunto cántabro. El primer punto de la temporada sabe a poco. Y más habiendo ido por delante durante tantos minutos.
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