Kaká el santo de Brasil, el mago de Milán y el desconocido en Madrid. Nunca un balón de oro tuvo tantos disfraces. El gran Ricardo ha tenido siempre altibajos en su carrera. Cuando fichó por el Madrid vino con la etiqueta de galáctico, nunca cumplió las expectativas que creó. De vez en cuando en la capital de España le daba por dejar pinceladas de su calidad, pero nunca tuvo el apoyo de la afición y eso se vio reflejado en su juego.
Las lesiones tampoco le ayudaron mucho, en el Real Madrid sufrió demasiadas y algunas de larga duración. El hecho de perder el ritmo de competición le hacía ser un jugador de pocos minutos, segundas partes y minutos de la basura. Su mejor partido de largo fue en Mestalla en su segunda temporada. En aquel partido fue el jugador más destacado y consiguió asociarse con un gran Sergio Canales.
Tras este breve repaso, pasamos a analizar su mutación en su retorno a Milán. En el tercer año consecutivo en el que el Barcelona y el Milán se enfrentan en la UEFA Champions League. Kaká fue el mejor jugador del partido, jugó en la banda izquierda en un poblado mediocampo de cinco jugadores. La jugada del gol rossonero nació en sus botas, y él fue el que asistió a Robinho, también brasileño y ex madridista.
En la zona ofensiva estuvo en su línea, poniendo pausa, calidad y mucho sentido al ataque italiano. Lo que más sorprendió fue su increíble sacrificio defensivo. Él y Muntari ayudaron mucho a Constant con las subidas de Dani Alves y las internadas de Alexis. El Balón de Oro del año 2007 aguantó sólo setenta minutos, se decía que ya lo tenía pactado con Allegri. La verdad es que estaba desfondado y eso quiere decir que sudó la camiseta. Se mereció el cambio para recibir la ovación de su queridísimo San Siro. Parece que Kaká ha rejuvenecido y va a seguir dejándonos destellos de su fantasía, la gente disfruta viendo su mejor versión.
Arturo Herrera/@arti8herdi2/@footballfantas3